Para mí, la escritura es el resultado de un puñado de inspiraciones que, sin saber por qué, se relacionan entre sí de una manera imposible de anticipar.

Para algunos, todo empieza con un sueño o quizá por el deseo de exponer un problema social. Para otros, con una idea surgida a raíz de un acontecimiento externo, y para mí, de la necesidad de sacar las mil y una dudas que se generaron en mi interior después de presenciar la muerte de un ser querido.

Me acuerdo perfectamente de estar sentada frente al ordenador viendo la página en blanco, hipnotizada por el vaivén constante del cursor que, desesperado, me pedía a gritos que empezara a escribir algo, lo que fuera. El muy pesado decidió adoptar el tono de un mallete resonando en pleno juicio hasta que, poco a poco, se fue apiadando de mí dejándome escuchar tan solo el sonido del palpitar de mi propio corazón.

De repente, mis sentimientos se fueron dibujando sobre la página ayudándome a sanar, y a consecuencia de ello, me di cuenta de que había empezado a escribir… una novela.

Me adentré así en un mundo, me arriesgaré a decir, mágico, en el que la ficción y la realidad se atrevieron a fundirse en mi cabeza cobrando vida. Me obligué a buscar, a ahondar en mi interior y me dejé sorprender con entusiasmo por todas las maravillas que se encuentran en el apasionante proceso de crear una historia, porque…

Seguramente la mayoría de las cosas que ocurran entre las páginas nos pillen desprevenidos, posiblemente disfrutaremos con buena parte de lo que suceda, sufriremos con algunas cosas, nos pillará de sorpresa la aparición de otras y puede que tengamos que cambiar tantos planes sobre la marcha que el parecido entre el resultado final y la idea que pudimos iniciar unos meses atrás sea prácticamente inexistente.

Si ocurre todo eso, y algunas cosas más, querrá decir que nuestro proyecto se está desarrollando con éxito, que llegue lo que llegue al lector estará lleno de vida, será una propuesta con intención, una mezcla de ideas con el firme propósito de alcanzar una meta. Puede que resulte una aventura algo imprevisible pero, después de todo, ¿qué puede haber más interesante en un viaje que la incertidumbre?

 Escribir, crear, contar (2014),  Mateo Coronado

Y en medio de la muy bien mencionada incertidumbre, he disfrutado y todavía lo hago, de estos tesoros encontrados durante el viaje:

¿Esquizofrenia del escritor?

foto-del-dia-12-05-16-a-las-11-27-2La escena se dibuja en tu mente y gritas: «¡Toma uno!» Enseguida tu vista, oído, olfato y demás sentidos te abandonan para tomar posesión del cuerpo de los personajes que has ido forjando en tu imaginación. De pronto, ya no eres sólo tú, sino que encarnas, con todo lo que eso conlleva, a aquellos que conforman tu mundo.

Sin darte cuenta tus dedos se deslizan sobre el teclado y misteriosamente pierdes la noción del tiempo, del espacio, y letra a letra, palabra por palabra, vas dándole vida a tu historia. Esa gratificación que se siente al irla plasmando poco a poco, es como un bálsamo que alivia la urgencia de liberar las voces de todos los personajes que, sin descanso, habitan en tu mente y quieren hacerse escuchar. Porque para mí, los míos están vivos y yo soy su mundo, su casa, y la única responsable de que continúen viviendo a través de ese contar su pasado, presente y futuro. Si me detengo, sus vidas se ven entorpecidas, paralizadas, y no pueden hacer más que esperar a que llegue la hora en la que me vuelva a sentar a escribir, y hasta entonces,  me bombardearán durante el día con diferentes ideas, focos y ángulos, y lo harán de noche, rehusándose a dejarme pegar el ojo hasta que no apunte en algún papel lo que me estén sugiriendo. ¡Tremendo!

La ilusión del otro.

img_1044¿El otro? Sí. Si tienes a alguien esperando a que le pongas el punto final al siguiente capítulo para devorárselo y empujarte a que sigas escribiendo, éste se convierte en un motor que te hace trabajar con más entusiasmo. La entrega de ese capítulo te ilusiona y te pone de los nervios a la vez; la espera hasta recibir sus reacciones te vuelve loca y, cuando por fin lees su respuesta, o bien se te infla el pecho, o sabes que tienes que trabajar más duro aún para conseguir depurar y pulir el diamante en bruto que tienes entre manos.

Yo le debo el punto y final de mi primer manuscrito a mi hermana Lucía, la de la foto. Ella ha sido la que ha estado detrás mía para que siguiera escribiendo. Una pesada en toda regla a la que le debo encontrarme en la fase de revisión.

En un momento dado, me quedé parada por dos años. ¡¿Dos años?! Sí, dos enteros, y según pasaba el tiempo tenía a Lucía cual la voz de mi conciencia, dale que te pego. ¿Cuándo vas a retomarlo? ¿Has empezado ya? ¡Déjate de excusas, tía! y la lista continúa, pero me guardo por ahí unos cuantos insultos recibidos y muy bien pronunciados.

Los lazos que estrechamos durante el proceso los guardo como un voto de confianza que sobrepasa a la que me tengo a mí misma. Saber que hay alguien que te apoya al cien por ciento, que cree en ti y que ve mucho más allá de lo que uno mismo es capaz, no tiene precio.

¡Gracias!

Abrirse al mundo

Esto para mí son palabras mayores. Extraño, ¿no? Se supone que seguí escribiendo el libro porque quería que los demás lo leyeran, y porque deseaba que lo que me estaba sirviendo para sanar pudiera servirle a otros. Sin embargo, cuando quieres expandir tu grupo de lectores más allá, lo de confiarle tu «bebé» a alguien más puede que no resulte tan fácil. El temor a las críticas en general (destructivas y constructivas), no es ninguna tontería. Hay que hacer un verdadero esfuerzo y mentalizarse para recibir lo que venga con objetividad y sin venirse abajo. Al fin y al cabo, si te va bien y consigues sacarlo a la luz estará al alcance de todos y…

img_0845El caso es que, una vez que lo consigues y si encima se trata de alguien que se encuentra en las mismas que las tuyas, es literalmente una pasada. Hace del proceso algo más real y enriquecedor. Te das cuenta de que no estás sola, de que hay más personas que hablan tu mismo lenguaje, que tienen los mismos temores, las mismas ilusiones y que además, están dispuestas a recorrer contigo el tramo extenso que todavía te queda por delante. ¡Maravilloso!

A este punto le dedicaré más espacio dentro de poco. Vale la pena, creo yo, compartir con vosotros la dinámica entre dos escritores noveles cuyo fin es el mismo: publicar.

Las experiencias y ganancias a lo largo del proceso de composición se presentan con diferentes títulos y colores, así que ¿qué otros tesoros añadiríais vosotros?

19 comentarios en “Las maravillas y tesoros del proceso de escribir una novela.

  1. Amiga! Me encanta como transmites tus emociones, muero por tener a ese » bebe» entre mis manos!!!
    Te deseo éxito, te lo mereces, eres una mujer muy genuina y encantadora!!
    🌸🌸

    Me gusta

  2. ⭐⭐⭐⭐, de 5

    Según tengo entendido, a ti te duele el dolor… A mí, en cambio, me duele que un texto de esta calidad resulte desfavorecido por algo tan simple como presentarlo sin alinear o agustar el texto y presentar una cita de manera excesiva y en desuso, tal y como se explica en el siguiente apartado:

    Según las indicaciones del diccionario académico y de la _Ortografía_, (_OLE_, pp. 380-387) las comillas se utilizan en los siguientes casos:

    a) Para enmarcar la reproducción de citas textuales. Si bien antes se acudía normalmente a las comillas, actualmente se utiliza el sangrado para diferenciarlas del texto y, generalmente, se reproducen en un cuerpo menor o en cursiva, por lo que ya no tiene sentido el uso de las comillas. Ahora bien, es habitual el uso de las comillas para las palabras textuales que se enuncian en estilo indirecto.

    Me gusta

  3. Muy bien expresado. Pero siempre hay «técnicos» que van a buscar cualquier detalle.
    Hay cosas en que la academia da libertad, sin embargo he visto críticas a ellas.
    Hay que acostumbrarse.
    ¿En cuanto al texto? tienes razón.
    Uno crea a los personajes y estos adquieren vida propia.
    Yo me he sentado a escribir sin tener idea de lo que va a pasar.
    Un abrazo y adelante.

    Me gusta

    1. ¡Gracias! Tienes razón, aunque al final, de todo se aprende. En cuanto a lo de escribir, a mí me ha pasado exactamente igual. Siempre he sabido el final de mi historia, pero el cuerpo que la lleva a ese punto, va surgiendo poco a poco. Sea como sea, el proceso, vale la pena.

      Me gusta

  4. Fascinante tu proceso de escribir y salir al mundo. Compartir. Te volverás parte de quien te lea.
    Me intriga conocer esas dinámicas entre los nóveles anciosos por ser publicados.
    Cuando lo sean, la verdadera recompensa vendrá de adentro. En fin, como hace poco escuché, en esto de comunicar ideas, hay que ser poco sensible a la crítica, pero menos sensible aún al elogio.

    Le gusta a 1 persona

    1. Sí Pablo, al final la mayor satisfacción de cualquier escritor es saber que otros ojos están leyendo tus palabras. A mí lo que más miedo me da de todo este proceso, es eso, la crítica. La destructiva porque hiere aunque uno se haya puesto la armadura y la constructiva porque como dices, es peligrosa. Te puede hacer perder el rumbo y olvidarte del por qué de lo que haces. Buena reflexión!

      Me gusta

Deja un comentario