Escribir es una necesidad, una actividad que me da vida y que me abre el camino a la expresión de lo más profundo de mi ser. Me libero y las palabras abandonan mi mente manchando el papel con mis sueños, mis dudas y mis protestas ante una sociedad dormida. Ante una Humanidad que individualizada, se olvida del otro.

¿Quién es el otro? ¿Acaso su dolor no se hace mío? ¿Acaso su alegría no es la mía?

Este mundo está lleno de cosas que no necesitamos, de ideologías que nos separan, de miedo por el juicio, por no encajar, por no estar a la altura.

Quisiera gritar. Quisiera sacar mi alma de este cuerpo que me limita y volar por el mundo tocando el corazón de todo ser racional, para que seamos capaces de olvidar nuestras justificaciones y pudiésemos ver lo que es. Que en este universo somos nada y somos todo, que somos hermanos, que no importa el color de nuestra piel ni el lugar donde nos dio a luz nuestra madre. Para que cuando veamos a los ojos del otro, nos veamos a nosotros mismos, porque lo mismo que le hace respirar a él, es lo que me hace respirar a mí.

¡Venga ya, mundo! ¡Despierta! Que nuestra esencia es la misma, que nadie tiene la última palabra en esto de la vida y su razón de ser, que sólo somos, y si lo hacemos, hagámoslo  bien. Detengámonos un momento y miremos al otro, pero no como siempre, no, hagámoslo despiertos.

¿Qué es lo que hemos hecho? Una y otra, y otra, y otra vez destruyéndonos unos a otros.

¿Por qué? ¿Por qué? ¡¡¡¡¿POR QUÉ?!!!!! ¿Cuál es la excusa? ¿Por qué levantas la mano contra tu prójimo?

¿Por qué las armas? ¿Por una ideología? ¿Porque quieres tener más? ¿Acaso cuando muramos nos vamos a llevar algo?

¡Qué desgraciados somos!

¿Por el poder? ¿Qué poder? ¿El de la opresión?

¿Pero qué es lo que hemos construido? ¿Dónde ha quedado la simplicidad de vivir y ser felices? Muros, y muros, y muros. ¡Somos tan torpes! Hemos levantado una montaña tan grande de porquería tras porquería, tras porquería, que…

¡Basta ya!

Me gustaría explicar este fuego que llevo dentro, pero no puedo.

Me gustaría levantar mi voz y ser valiente, pero no lo soy, tengo miedo. ¿De dónde proviene el valor que me hace falta? ¿Qué necesito para liberarme de esta impotencia que insiste en decirme: estás sola?

Y de pronto, sé que no lo estoy. Que la voz que me llama está en todos y que su súplica es perpetua. Que la única manera de sanar la tierra,  mi alma y la tuya, es a través del ejercicio del amor.

«Transformo mi rabia en poder.

No más sufrimiento o conflicto.

Al mundo le hace falta lo que estoy lista para dar.

Mi dulzura, mi amor, mi sed de paz.

Lloro con los árboles y lo ríos y la tierra afligida.

Me levanto y brillo y estoy lista para comenzar mi misión«.

(Palabras extraídas:  Today, I Rise de Alexandra Feldner)

*Foto de portada: http://blogdelviejotopo.blogspot.com/2014/12/existen-las-razas-sobre-el-concepto-de.html

 

7 comentarios en “El valor que me hace falta.

  1. Ya eres valiente por decir lo que dices. A veces caemos en el error de pensar que nuestros gritos aislados no sirven de nada. Pero no es así, cada granito cuenta. Tu grito puede despertar a tus hermanos, a tus hijos y estos a la vez gritarán y quizá despierten a alguien mas.
    Me ha encantado tu escrito. Besacos

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    1. Hola Paloma, creo que ese miedo e impotencia que comentas lo tenemos tod@s. Sobre todo, aquell@s que cada X tiempo hacemos una valoración existencial en su conjunto y nos damos cuenta de las enormes carencias de valores existentes hoy día. A mi misma me pasa a menudo, y lo único que me queda es escribir mis preocupaciones y/o comentarlas. Siempre recibes algún comentario o respuesta que te reconforta, o tal vez no, pero lo que es seguro es que de una manera u otra, siempre aprendes algo nuevo que te sirve para seguir adelante. Un abrazo

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      1. Gracias por tus palabras, Lina. Pienso que sería buenísimo que todos compartiéramos ese mismo sentir que experimentamos al hacer esas valoraciones internas que dices, ¿no crees?
        Esa impotencia que experimentamos se vería opacada por la sintonía, por la empatía entre nosotros. Sería más fácil ser consciente de que a todos, en el fondo, nos mueve y conmueve la misma esencia. 🙂

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  2. Coincido en las dos partes en que se puede dividir tu entrada: Escribir también es para mí una forma de sacar lo que llevo dentro pero, al mismo tiempo, es un grito de rebeldía ante un mundo que no me gusta, que me permite ser el demiurgo de otra realidad que quizá tampoco sea idílica pero que, por lo menos, me parece mejor.
    Y dejo de hablar, que me pongo muy cínico y pesimista 🙂

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    1. Supongo que es algo que nos define a los escritores. Es una terapia y una forma de escape, pero pesimista no. En realidad, en mi caso, me siento llena de esperanza porque creo que el mundo está cambiando. Quizá no es evidente en muchos planos, pero creo o quiero creer que es así, que las personas se alejan del conformismo y buscan más.

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  3. Las letras son cinturonazos sobre la piel desnuda, duelen como el tiempo que se detiene junto a los silencios y mata como el ósculo que juega a ser guerreo y conmina al desastre de los más bajos deseos del poeta. Esperando por más de tus letras.

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