Cuando nos enfrentamos al gigante de escribir una novela, nos podemos dar de bruces con una serie de excusas que consciente o inconscientemente nos obstaculicen el progreso de nuestro trabajo. Esos razonamientos que elaboramos mentalmente para liberarnos de la necesidad imperativa de escribir, pueden aparecer en un punto dado, o bien, a todo lo largo y el ancho del proceso. Hoy, os quiero hablar de una excusa que, igual de tozuda que una aragonesa (perdón, mamá), me ha perseguido desde que empecé y que se ha empecinado en hacerse presente, incluso, ahora mismo.

No es ningún misterio. El título la expone a voz en cuello y sí, es esa: ¡tengo miedo! Ese es el alegato mental que me ha atormentado para rendirme en esto de la escritura por años, para ser exactos, diecinueve.

¿Cómo? ¿Qué?

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Mis hermanas y yo en escena

Ahora mismo lo explico, pero primero os expongo dos definiciones que deben ser clarificadas. Para ello, voy a echar mano de nada más y nada menos que de (que suenen los tambores) Wikipedia.

Miedo: es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. […] En el modelo de la psicología profunda el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia. 

Creatividad: es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos, de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales. La creatividad es sinónimo del «pensamiento original», la «imaginación constructiva», el «pensamiento divergente» o el «pensamiento creativo». […] El pensamiento original es un proceso mental que nace de la imaginación. No se sabe de qué modo difieren las estrategias mentales entre el pensamiento convencional y el creativo, pero la cualidad de la creatividad puede ser valorada por el resultado final.

¡Listo! Bueno, pues ahora, la explicación.

Durante el primer año de carrera (1998), los de la facultad de humanidades (yo estudié ciencias de la comunicación) compartíamos una serie de clases comunes como Lógica, Ecología, Estadística…, y era fácil conocer a gente de otras carreras como por ejemplo: pedagogía, filosofía y psicología. No hacíamos necesariamente amistad, pero sí nos saludábamos en los pasillos de los diferentes edificios, y de vez en cuando, hasta nos pedíamos algún que otro favor.

Pues bien, un día, en la cola para sacar fotocopias, un estudiante de psicología de cuyo nombre no me acuerdo o no quiero acordarme (y eso que me ayudó a subir las escaleras una de las veces que me vi incapacitada por un bendito esguince), me pidió cordialmente un favor que marcaría mi vida hasta ahora.

-¡Hola, Paloma!

-¡Hola! ¿Qué tal?

-Bien, bien -sonríe y se pasa una mano por la nuca-. Mira, te quería pedir un favorazo.

-¡Claro! Dime.

-Es que tengo que pasarle este test a 10 personas para una clase, ¿te importaría? -me pregunta enseñándome una hoja con unos dibujos raros.

-No, para nada.

Me la entrega con una mirada agradecida, como si le estuviera salvando la vida, y se la recibo colocándola encima del cartapacio que llevaba entre manos. Se me queda viendo con los ojos muy abiertos, esperando. Frunzo el ceño y parpadeo más de lo normal.

-¿Quieres que lo haga ahora?

-Sería genial -afirma entrecerrando los ojos algo avergonzado.

-Vale, sólo déjame sacar las fotocopias y me pongo a ello.

-¡Gracias!

Una vez hechas las fotocopias de un texto para la clase de literatura, le busco con la mirada y al encontrarle, me acerco a él.

-¿Qué tengo que hacer exactamente?

-Es un test de creatividad, sólo sigue las instrucciones. Es rapidito, no te tomará mucho tiempo.

Me siento en la escalera, contemplo la hoja y leo: Completa las figuras a tu gusto. Puedes utilizar el tiempo que quieras. 

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Vuelvo a hacer un repaso de los dibujos, miro el reloj (no me había hecho con el móvil del momento, el Nokia 6160), regreso a la hoja y procedo de una manera sencilla y lógica.

Para que os hagáis una idea, del primer dibujo de la primera columna, hice un árbol; del primero de la segunda columna, creo que hice una casita; del cuarto de la segunda columna, una carretera; y del tercero de la tercera columna una escalera. De los demás no me acuerdo, pero bueno, de nuevo, es mejor no hacerlo.

Se lo entregué a mi compañero de humanidades, me dio las gracias y me dijo que se lo llevaba para revisarlo y que más adelante me avisaría de cómo había salido.

El caso es que pasaron los días, y nada. De hecho estoy convencida de que estaba evitando a toda costa que le preguntara acerca del tema. En los pasillos hacía como que no me veía y cuando no le quedaba más remedio que hacer contacto visual, me sonreía nervioso y enseguida se ponía a hablar con su acompañante. No obstante, e inevitablemente, llegado un punto, no le quedó más remedio que enfrentarse a mí.

-¡Oye! -le digo tocándole el brazo para que me preste atención, y se gira desatendiendo así la conversación que mantenía con su grupo de amigos.

-¿Cómo me fue en el test ese que hice el otro día?

-¡Ah! Hola, sí.

-¿Y bien?

El pobre no sabe cómo mirarme, aprieta los labios, hace como que ojea unos papeles y finalmente contesta:

-Pues la verdad es que ha salido que eres muy poco creativa. Es más, eres la persona menos creativa de todos los que han hecho el test.

«¡Atiza!» pienso con cierta dificultad para tragar.

-Vaya -es la única palabra que consigo articular.

-Sí, lo siento, pero ese ha sido el resultado -y dicho esto se vuelve a unir a la conversación con sus amigos como si aquello careciera de importancia.

Como ya alguno podrá imaginarse, ese «eres la persona menos creativa», me ha acompañado desde entonces como una sentencia firme y punitiva. Ha sido siempre como una marca de agua anclada en mi cerebro, encargada de recordarme que, sencillamente, no soy una persona creativa.

Si revisáis la explicación de ese «formidable» test (Evaluación de la creatividad de Saturnino de la Torre) aquí, entenderéis lo mal que me fue en él.

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Laura

Puede que parezca una chorrada, pero a mis diecisiete años (terminé el bachillerato a los dieciséis por vueltas que da la vida), aquello fue como si en ese mismo momento me hubieran lapidado sin piedad, dejándome después, unas cicatrices imposibles de borrar. He luchado contra ello, sí. Se lo he contado a mis hermanas y Laura, la mayor (que es psicóloga clínica), me ha dicho siempre que no lo tome en cuenta, que esos test en realidad no son determinantes y, sin embargo, ahí está la vocecita del recuerdo, dale que te pego.

Cuando empecé a escribir, cosa que hice como un ejercicio terapéutico, al principio no me molestó el hecho de «saber» que no era alguien creativo. No obstante, cuando llegué al punto de querer que aquello fuera a más y que se convirtiera en mi primera novela, la intrusa voz de mi cabeza se espabiló, levantó su bandera y empezó a atacarme manchando mis esperanzas con una serie de miedos, todos ellos, relacionados al peligro de falta de originalidad en un universo en el que tenerla, es vital.

  • ¿Para qué lo vas a hacer si la historia no es novedosa? ¿No ves que se parece a ésta, ésta y a ésta?
  • Tus personajes son clichés. No eres capaz de crear unos que sean nuevos e impredecibles.
  • Esa idea parece copiada de ésta.
  • Les va a parecer aburrida, le falta acción.
  • No has construido un mundo lo suficientemente atractivo, le falta más.

En fin, la lista podría continuar. Tengo miedo a causa de aquel evento. He de aclarar que no le echo la culpa al estudiante involucrado. Eso sería ridículo, y aunque soy consciente de ello, no puedo evitar que me afecte. Locura, locura, locura. A veces me gustaría desencajarme la cabeza de los hombros, zarandearla y hacerla entrar en razón, pero como no puedo, me he limitado a luchar. ¿Cómo? Creyendo en mi historia, siguiendo a mi corazón, amando a mis personajes, y haciendo una de las cosas que más me gusta: escribir, escribir y escribir.

Las excusas pueden ser muchas, pero sobrepasarlas es importantísimo para llegar al otro lado del camino y poder poner, con el pecho inflado, el punto final a esa historia que ha sido inventada desde el interior, desde la autenticidad del ser. No puedo predecir a quién le va a gustar y a quién no, a quién le va a llegar el mensaje y a quién no, pero el disfrute del proceso nadie me lo puede arrebatar, ni siquiera yo misma. He crecido con mi historia y lo sigo haciendo, cada día un poco más y, como dijo Nelson Mandela:

El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.

 Así que…

¡¡A POR TODAS!!

13 comentarios en “¡Tengo miedo!

  1. desde muy pekeño me diagnosticaron un problema del lenguaje, hace siglos ya, no se tenía tantos avances en estos temas, me atendieron psicólogos, educadores, mis padres me pusieron profesores particulares, era incpaz de articular frases con sentido, aunk para mi los tuviera, faltas de ortografía, incluso a mí me cuesta entender lo k escribo a mano… con el tiempo me dijeron k era una disgrafía, una dislexia y además severa. Y a pesar de ello, cuando me preguntaban k kería ser de mayor, siempre decía escritor. Podría contar mil y una historias k me sucedieron en el colegio, tampoco me importaba la crítica o bromas de los compañeros, en lengua recuerdo una vez el profesor dijo: el exámen de gramática está para 10 pero son tantas y tan burras las faltas k no puedo aprovarte. Recuerdo un profesor me dijo copia 10 veces Virgen con V y almenso 3 ó 4 las escribía con B, escríblesa 100 veces… bueno no te cuentos más sobre esto
    aprobé la carrera de derecho entre exámenes orales y revisiones.
    Y al final aprendí k la única manera de no olvidar cómo se escriben las palabras era no dejar de escribir, así k así llevo haciéndolo sin parar desde hace otros cuantos siglos.
    mencnata no puedo parar, sé k cometo muchas faltas, los ordenadores me ayudaron xk me permite escribir legible, y el blog te permite pasar correctores, y a pesar de todo eso hay palarbas k aunk las escriba ahora, dentro de 10 minutos ya no las recordaré. este mismo escirito lo he revisado mientras voy avanzando una y otra vez, con gran esfuerzo, reescribo las palabras k veo están mal escritas.

    y k tiene k ver todo esto k te estoy contanddo en este largo post, simplemente k muchas veces, el tener una carencia o dificultad para algo nos hace esforzarnos con más ahinco con más esfuerzo para superarnos y saca de dentro de nosotros el genio k llevamos dentro y nos hace superarnos a nosotros y convierte a la persona menos creativa en la más brillante creadora

    alguien me dijo de pekeño: «sabes en grecia había un sbaio k tenía un probleam, se llamaba (he de confesarte k parte de mi problema me imposibilita recordar nombres de persoans y lugares) Demóstenes hahahahah, lo he buscado. este señor no podía pronunciar bien los discuros xk tenía un problema para vocalizar y todo el mundo se reía de él, así k todos los días se ponía una piedra debajo de la lengua y con mucha práctica empezó a hablar correctamente conviertiéndose en uno de los horadores más brilantes de su época, si te esfuerzas y no abandonas tu sueño, conseguiras alcanzar cualkier meta k te propongas… y en eso estamos

    muchas gracias x tu reltao me gusto y me recordó a mí mismo, me sacó varias sonrisas y es ameno, entretenido y muy muy creativo 😉

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    1. Impresionante historia, Alejandro. Una que me empuja a luchar todavía más 😊
      “y k tiene k ver todo esto k te estoy contanddo en este largo post, simplemente k muchas veces, el tener una carencia o dificultad para algo nos hace esforzarnos con más ahinco con más esfuerzo para superarnos y saca de dentro de nosotros el genio k llevamos dentro y nos hace superarnos a nosotros y convierte a la persona menos creativa en la más brillante creadora”… Tus palabras me han emocionado. Gracias por tomarte el tiempo de compartirlas conmigo. Un abrazo y adelante compañero. 🤗

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      1. muchas gracias =mente compañera de letras,
        y otra cosa, miedo a nada y nadie, el miedo es solo una reacción de la mente, y como tal debemos controlarlo y superarlo.
        si lo piensas bien, ese chico nos hizo un favro, sin él ahora no hbiéramos escrtio estos largos post hahahahhaah
        muchos ánimos

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  2. ¡Cómo te entiendo! Pero en mi caso, el miedo me tiene paralizada y no escribo. Y eso me enfada y me frustra. Y me invento mil excusas, mil muros que me frenan. Y no escribo. Y eso es lo peor, porque no desarrollo la historia, ni los personajes, ni la imaginación, ni completo el curso que sigo. Y no escribo…

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    1. No!!! No dejes que el miedo te gane! Si sientes el impulso de escribir, si tienes una historia que contar, adelante, tú puedes. Rompe las barreras, y haz lo que tu corazón te dice que hagas. No importa lo que digan ni quién lo diga, escribe porque, sobre todo, te lo debes a ti misma. No hay peor frustración que la de no haberlo intentado. Animo!!! Escribe… AHORA… Así como has escrito este mensaje, escribe lo que llevas dentro y traslada tu alma al papel. Un abrazo! 🤗

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  3. ¡Suscribo lo que ha dicho quien te parió! Si tú no eres creativa… ese pobre chico no llegó a psicólogo 😂😂😂😂
    El miedo nos paraliza a todos, yo misma estoy retrasando la presentación de mi novela porque pienso que no voy a saber hacerlo… En fin, no queda más remedio que superarlo.
    ¡Ahora me has dejado con las ganas de hacer el test de marras! Verás… 😂😂😂😂
    Mil besos, Paloma 😘😘😘😘😘

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