Este post del blog de borgeano presenta con suavidad, o más bien debería decir claridad, la maravilla de ser consciente de la unidad de todo. Esa sensibilidad humana es un tesoro que debemos cultivar y proteger a toda costa. Os invito a leerlo, para que os envolváis, al igual que yo, con la preciosa verdad que encierran sus palabras.
Cada vez que me encuentro con una serie de fotografías en las que las personas –personas comunes y corrientes, como uno– son el centro de atención siento una fascinación que va más allá de la mera observación estética. La primera vez que me ocurrió esto fue cuando tuve la oportunidad de hojear el libro Portraits, de Steve McCurry. En él sólo encontramos doscientas páginas de retratos, los cuales fueron tomados por este genial fotógrafo en sus viajes alrededor del mundo (McCurry es el autor de esa inolvidable fotografía, la cual seguramente todos conocemos, de esa niña afgana en un campo de refugiados y que hoy es la imagen principal de National Geographic). Ese libro, como ningún otro, y sin necesidad de una sola palabra, me hizo sentir esa conexión absoluta con el resto de la humanidad toda. Algo similar sentí al ver esta fotos de estas personas en sus sitios…
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Gracias por el reblog, Paloma; es un honor y un placer. La humanidad (lo hablamos el otro día, cuando te pasé este enlace) es un conjunto único y homogéneo, pero desde niños se nos educa en base a la diferencia y en el temor al otro. Creo que ésa es la base de la falta de empatía que no nos permite ver que todos somos uno.
Un abrazo.
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