Soñé que había hecho demasiado daño.
El mal era como un mar sin fondo ni límites.
«Ya no hay esperanza para ti», pensé.
Al lado de mi barca un pequeño insecto se debatía en el agua para no morir.
Cuando las alas tienen demasiada agua no sirven para volar.
Las alas son para llenarse de aire,
Nada más que aire y viento.
Soñé que mis alas estaban empapadas. «Volar es imposible», me dije.
Tomé aquel cuerpecito apenas vivo entre mis manos y dejé que el sol hiciese su trabajo.
Soñé que tenía compasión, que mi corazón se estremecía.
Presté mi corazón al moribundo y la sangre calentó sus alitas.
«Vuela», le dije.
«No tengo fuerzas», me respondió.
«¿Qué necesitas pequeño?»
«Alimento», me dijo, «necesito comer».
Sentí como algo muy fino atravesaba mi piel y como mi sangre llenaba a mi amigo.
Al fin voló.
«Vuelve cuando quieras», dijo algo que parecía mi voz.
Soñé que desde aquel día la sangre se llamaba amor,
Soñé que aún podía haber alguna esperanza para mí.
Al menos sentí mis alas secas por un momento
Y casi me atreví a volar de nuevo.
Obra sin publicar © 2017 Luis Velilla
Empatía, que le dicen. A veces todo cabe en una sola palabra.
Abrazo (ésa es otra).
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Mmm! casi no es suficiente.
Saluditos.
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