¡Hay tantas cosas bonitas en nuestra vida! Algunas pasan desapercibidas, otras, sin embargo, se presentan justo delante de nuestras narices y, si sabemos apreciarlas, se convertirán en una fuente de inspiración excepcional.
Una vez dije que en la palabra amor se hallaba el misterio más grande de nuestra existencia, y sigo pensando exactamente lo mismo. El amor es un sentimiento tan grande y profundo que cuando lo observas con detenimiento, te parece imposible que exista algo tan especial en medio de un mundo, a veces, tan sumamente terrorífico.
Esta sociedad en la que vivimos, se empeña en disfrazar esta palabra con una parafernalia que me resulta nauseabunda. El amor es o no es, y cuando definitivamente es, lo ves expresado en textos como el que os quiero presentar a continuación. Este viene de la mano de Cindy Sandoval Corzo, una ex-compañera de la universidad que tiene un corazón tan grande que, como digo, si sabes apreciarlo, te pierdes en su profundidad.
No tengo nada más que añadir, lo veréis por vosotros mismos. Confiar en mí…
¿Estamos hechos a la medida?
Muchos de nosotros nos preguntamos por qué tenemos cierto color de cabello, o por qué tenemos ciertos rasgos, somos más altos, en fin…. Hacemos muchas preguntas acerca de nuestro físico y, a veces, de nuestra personalidad.
Sobre todo, cuando la sociedad te presenta un estándar de belleza y, al no tenerlo, hay aún más preguntas.
De pequeña, cuestionaba muchas cosas de mí, como ¿por qué siempre soy más alta que el resto? (antes lo era jajaja), ¿por qué mi complexión es más gruesa?, ¿por qué mis manos son más grandes?, ¿mi cabello colocho?, ¿por qué parezco ser más fuerte?, ¿mis brazos largos?, ¿por qué soy más sensible que otros?… Y así, tenía muchas preguntas.
Un día reflexionando sobre mi vida y las muchas experiencias que he tenido, me di cuenta de que estoy hecha a la medida. Sí, a la medida para cumplir con el propósito de mi vida. Este propósito se basa en servir, en servir a los demás. En trabajar con niños y jóvenes específicamente. Pero todo lo que hago y todo en mí está alineado para esto.
Me di cuenta de que los brazos largos no son para abrazar a una persona, sino a muchas. Ya no me sobran brazos, me caben más personas.
La fuerza que tengo, me ha servido para tener resistencia en momentos no tan fáciles o que requieren mayor esfuerzo.
El cabello colocho era un motivo de asombro cuando estuve en Ghana. ¡Atraía a los niños! Ellos no paraban de tocarlo, pues no lo tenía tan colocho como ellos, pero tampoco tan liso como el resto de las personas.
Soy grande, porque Dios puso un gran corazón, uno muy sensible ante mis niños. No lo escribo con soberbia ni altivez. Al contrario, es una gran responsabilidad para mostrar su amor a los demás.
Es así como entendí que todos tenemos lo necesario y que ¡estamos hechos a la medida!
Lo más bonito es que también estamos diseñados a la medida para compartir la vida con alguien. Como escribió nuestro querido Arjona alguna vez, “A la medida, estamos hechos a la medida. A la medida, como dos aguas del mismo río. A la medida, a la medida, tú y yo, ¡a la medida!
Pues que gran persona debe ser tu compañera. Yo quiero y tengo compañeros y c9mpañeras parecidas, con grandes brazos y un corazón que no les cabecen el pecho. Estamos hechos a medida y para amar. Y a l vez, para ser amados. Es ese el secreto de la verdadera felicidad. Me encantó leer s Cindy y a ti.
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Sin lugar a dudas, en el AMOR se encuentra el misterio más grande de nuestra existencia, y por supuesto, estamos hechos a la medida exacta para amar de forma única a los que nos rodean.
¡Gracias por compartir este texto que nos lo deja tan claro!
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Es un placer, Diana. No podía dejar de hacerlo. Cuando algo me conmueve me veo en la obligación de compartirlo. Es, al fin y al cabo, alimento para el alma. Un abrazo.
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