Me trueno los dedos dispuesta a retomar el arte de la escritura.
Hoy os quiero hablar de las descripciones en la novela. Si bien es cierto que la gama de lectores es amplia cual abanico de muchos colores, y que a algunos les gustan más o menos las descripciones que hace un autor del ambiente, sentimientos y personajes, creo que es importante que se encuentre un balance. Como todo en la vida, los extremos pueden ser perjudiciales. El pasarse de la raya o no llegar, es un problema. No queremos empalagar al lector y tampoco quedarnos tan cortos que no seamos capaces de que vean la película de lo que estamos contando tal y como nosotros queremos.
¿Y cómo diablos encuentra uno el balance? Buena pregunta. Supongo que, en realidad, nunca lo sabremos. Es imposible que nos metamos en la mente de cada uno de nuestros lectores y sepamos con claridad pasmosa cómo han recibido lo escrito. Sin embargo, confío en que cada uno debe medirse con su termostato interior a la hora de hacer literatura.
Para ser prácticos, veamos cuál es la obligación del verbo describir:
- Representar personas o cosas por medio del lenguaje, refiriendo o explicando sus distintas partes, cualidades o circunstancias.
- Definir imperfectamente una cosa, no por sus predicados esenciales, sino dando una idea general de sus partes o propiedades.
(La Enciclopedia, SALVAT).
Creo que las definiciones hablan por sí solas y muestran con ese también «definir imperfectamente», una manera de hallar el balance.
A continuación, os expongo 6 tips que os pueden ayudar a desarrollar una descripción literaria como Dios manda (esto, claro está, según mi corta praxis y como asidua lectora con gustos propios).
- Personajes: cuando los describas, intenta (siempre que puedas) no lanzar una lista con todas las características externas de golpe. Utiliza la narrativa para ir introduciendo detalles de manera que el lector vaya dibujándolo en su mente de la mano de la personalidad que le vamos otorgando. Tampoco podemos no darle ni una sola pincelada a un personaje (por muy breve que vaya a ser su papel) que acaba de aparecer en escena. Cualquier rasgo, nos ayudará a situarlo mentalmente con mayor facilidad.
- Ambientes: No es lo mismo describir un lugar conocido por muchos como, por ejemplo, París, a describir un mundo totalmente nuevo como suele ocurrir, sobre todo, en novelas de ciencia ficción y fantasía. Si creamos un mundo nuevo nos veremos obligados a dar muchos más detalles minuciosos (inventario, colores, formas, olores, texturas, alrededores, y la lista puede continuar), para lograr que el lector vea lo que hemos creado. Sin embargo, personalmente, si me hablas de París y en concreto de la Torre Eiffel, me sobrará que me digas su color, su altura específica, las formas geométricas de su estructura, los focos de alumbrado que cuelgan de x o y… a no ser… y repito, a no ser… que alguno de esos detalles tenga alguna función importante en el desarrollo de la historia. Tampoco necesitaría que te explayaras en la descripción de los quioscos en los que se venden crepes, helados y demás. No necesitaría saber su color, los carteles que tienen pegados ni qué anuncian; ni tampoco la textura del suelo sobre la que están instalados. No sé si me explico. De lo contrario, leeré en automático y no tendré ni la más remota idea de lo que acabo de leer y como sea una cuestión repetitiva, lo más probable es que me rinda, y abandone la obra.
- Sentimientos: Para mí los sentimientos de los personajes son esenciales para acercarme e identificarme con ellos. Si de algún modo me veo reflejada en ellos, por muy pequeño que sea el detalle, me meteré de lleno a la lectura y creeré, en un acto que considero mágico, que formo parte de su historia. O, diciéndolo de otro modo, sentiré lo que siente, lloraré, reiré, me desesperaré, en fin, se despertará una empatía formidable entre las letras y una servidora (aunque por ahí dicen que, como escritora, peco por exceso en esta parte. ¿Qué puedo decir? Todos tenemos nuestras debilidades).
- Utiliza analogías: Alguno se puede preguntar ¿qué es una analogía?. Pues muy simple, ya veréis. Una analogía es la relación de semejanza entre dos cosas distintas (aquí podemos incluir las figuras retóricas, alegorías y metáforas). ¿Para qué la utilizamos? Para esclarecer algo nuevo y desconocido a partir del análisis de la relación que tiene con cosas preexistentes, o para enriquecer el sentido y comprensión que se tiene de algo conocido. Es como pintar un cuadro en el que los colores expresan las emociones de la escena.
- Pistas en la trama: En cualquier historia (y como he dejado entrever en el apartado de ambientes), si escondemos pistas importantes en nuestras descripciones y el lector las va percibiendo, conseguiremos que este se comprometa con la trama a un nivel superior. No habrá descripción aburrida porque sabrá que, en el más mínimo detalle, podría haber escondido un aspecto vital capaz de desenmarañar el nudo del argumento.
- Regla de oro: ¡No lo olvidemos! Siempre que la situación de la trama nos lo permita… ¡MENOS ES MÁS!
Espero que os haya sido de utilidad pero, como siempre, paso el micrófono por si alguien quiere compartir qué aspectos son importantes en una buena descripción literaria.
Un abrazo y… ¡Feliz semana!
Gracias por tus consejos, Paloma. Saludos !
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Siempre es un placer crecer en comunidad. Es un dar y recibir. Gracias a ti, Francisco.
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¡Genial!
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Me alegro de que te haya gustado. ¡Gracias por pasarte!
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