La mosca se posó sobre el vómito de un perro y creyó haber encontrado el paraíso.
Silencio
La mosca se posó sobre el vómito de un perro y creyó haber encontrado el paraíso.
Más bien, ¿no seremos nosotros los tramposos? Hoy en día se habla muchísimo del amor propio, de amarse primero a uno mismo para después amar a los demás y así poder ser felices (y no me estoy refiriendo aquí a aquel que se niega el amor a sí mismo [problemas de autoestima y demás]).
El corazón de cualquier historia está conformado por aquellos que la viven: los personajes. Sin ellos, existe un profundo vacío en el que la narrativa pierde el sentido, porque sus pasos, sentimientos y decisiones son, en definitiva, los que marcan el curso de las múltiples travesías. Sus apariencias, voces e intenciones, colorean la trama con un tono determinado para hacer de su camino, uno creíble, vivible y, por qué no, deseado.
Me vuelvo loca. Cómo hacerle caso a la razón cuando el corazón no deja. Quisiera mirar hacia atrás para convertirme en una estatua de sal y no sentir más.
¡Hola a todos! Espero que estéis teniendo una estupenda semana. Os escribo porque necesito que me echéis un cable. He decidido comprar y leerme tres libros escritos por otros blogueros.
En mi mente se dibuja un mundo en el que nuestros ojos y su mirar, son tan profundos que somos capaces de observar la vida en la propia composición atómica de una flor, de un árbol, de una liebre y hasta en la de una sonrisa.
Cuando nos enfrentamos al gigante de escribir una novela, nos podemos dar de bruces con una serie de excusas que consciente o inconscientemente nos obstaculicen el progreso de nuestro trabajo.
Entonces supe que había hecho un camino que no había trazado, que había llegado a un destino que no había planificado.
Cuando me senté a escribir por primera vez lo que ahora se ha convertido en una novela, una de las cosas que más temía era enfrentarme a la elaboración de los diálogos.